Estaba en Waterstones dando una vuelta y decidí comprar un par de libros que hacía tiempo me apetecía leer. Al pagar vimos que ya tenía descuento en mi tarjeta y le pregunté al chico de la caja qué me recomendaba, porque no me apetecía ponerme a buscar. En la mesa había varios libros. Primero me ofreció uno sobre la historia de Alemania, pero no me hizo mucha gracia. Después me enseñó uno con nombre de novela facilona y una de esas portadas que rara vez me habría detenido a mirar (me fijo mucho en eso). «Es sobre los inicios del FBI y una serie de asesinatos en una reserva india» — me dijo. Creo que debí de poner cara de circunstancias, o de «El FBI y los indios me importan un carajo» y lo que me dijo después me hizo replantearme las cosas: “It is beautifully written. Believe me, it is great”. Lo pongo en inglés porque queda más bonito con lo de “beautifully written”, pero lo cierto es que me convenció. Le pregunté si lo había leído él. Me dijo que sí y que le había sorprendido para bien. Así que me lo llevé…
Las últimas novelas que había leído eran bastante ligeras. Poco más de un centenar de páginas y letra grande. Justo la anterior, me la leí entre el avión de Madrid a Londres, el metro de ida y vuelta y un rato en el vuelo de vuelta a Madrid. Así como quien no quiere la cosa. Ahora me enfrentaba a 300 páginas de letra pequeña y detalles… Ese día casi pierdo el vuelo. Llegué corriendo al avión y con ganas de vomitar después de una buena comida etíope antes de salir hacia el aeropuerto. No por la comida, sino por la carrera en el aeropuerto. No os podéis hacer una idea de lo que agradezco tener ahora Fast Track en el control de seguridad la mayoría de los viajes.
El caso es que tardé un rato en volver a leer, porque no tenía muchas ganas. Pero enseguida me terminé la otra novela que llevaba (con un final insulso por cierto… no estaba mal, pero paso de reseñarla) y me puse con esta. Petróleo, dinero, asesinato… Si fuese una serie, seguro que la habría visto, así que no podía estar mal. Y vaya que no lo estaba. Lo primero que me dieron fueron ganas de plantear un proyecto arqueológico en el territorio de los Osage… después de hacer la serie yo mismo. Y no llevaba ni treinta páginas. Supongo que con eso lo digo todo…
A nivel formal he de decir que el libro es una delicia. Efectivamente el empelado del Waterstones tenía razón. He disfrutado muchas horas leyendo la historia y me quedo con ganas de más. Es el primer libro largo al que me enfrento desde que volví a leer y no me ha ganado, tal vez por bueno. La pena es que ahora quiero priorizar mis nuevas historias mitológicas en griego a ver si aprendo un poco más…
Entonces (como dirían los griegos), tenemos delante un libro fabuloso, muy bien escrito. Su lenguaje anima a continuar, no aburre, consigue atraparte más allá de la historia, que también está muy bien hilada. He de reconocer que por momentos tuve algún problema para poner en orden la línea temporal, pero después de ver a Nolan, como que no me puedo quejar. Al fin y al cabo terminé ordenándola sin tener que volver atrás. La cantidad de documentación con la que se ha hecho el autor es abrumadora. No cabe duda de que se trata de un trabajo de años, comparable si acaso a una tesis doctoral bien contada. Sé que los escritores suelen intentar documentarse bien, pero este libro más allá y nos presenta incluso las fuentes originales de las que bebe el texto.
Una de las cosas más curiosas es la propia estructura del libro. En tres partes que van narrando distintas fases de los acontecimientos. Primero, la crónica de una mujer marcada (como la titula), que nos acerca a la memoria de una de las protagonistas de esta trama. Poco a poco va narrando los principales asesinatos en su entorno y cómo la investigación no parece llegar a ninguna parte y se va quedando cada vez más sola. Después, la crónica del investigador, que nos presenta esos inicios del FBI con un Hoover controlador y un agente White dispuesto a aclarar lo que pasó con mano firme un auténtico sentido de justicia. Finalmente, su propia crónica y esa necesidad de terminar de atar cabos ante tamaño caso. No en vano, las investigaciones de White solo cerraron el círculo de un pequeño grupo de asesinatos, mientras que, conectados o no, otros seguían sin resolver el drama de esos años de terror que marcaron una época y dejaron incluso memoria en la cultura popular.
Su autor, David Grann, va de éxito en éxito. Después de The Lost City of Z y otros trabajos, parece que Scorcesse y Di Caprio están grabando una versión cinematográfica de este libro (y no me la podré perder). Se nota que trabaja en The New Yorker por la forma de escribir… y supongo que después de esto tendré que hacerme con el último, porque para el primero veré la película 😛
En definitiva… ¡A leer!