Me acabo de terminar una novela muy interesante que me ha devuelto a Etiopía casi diez años después de mi último viaje allá por 2011. The shadow king, de Maaza Mengiste, es la novela etíope de moda. En un momento en el que me apetecía profundizar en la literatura árabe y africana, la recomendación de Víctor me vino de perlas.
Para todo el que me conoce, Etiopía ha sido una parte esencial en mi vida. No solo por la experiencia de varios años viajando al país africano, sino por todas las formas en las que me cambió. Creo que haciéndome un poco mejor de lo que era. En el entorno en el que trabajábamos, el recuerdo de la ocupación italiana era enorme. Al fin y al cabo, Gondar fue uno de los últimos lugares que dejaron.
Hoy, leyendo el libro en medio de otra guerra relámpago contra Tigray todo se siente más… y es normal porque las ganas que tengo de volver son muchas.
Pero vamos al libro. La historia es sencilla. Sigue a dos ‘familias’ en el contexto de la ocupación italiana. Por un lado Hirut, una huérfana que trabaja para un reyezuelo Amhara, seguramente de Gondar, y toda la gente que se mueve a su alrededor en un contexto muy duro. Por otro lado Ettore, un soldado italiano cercano al coronel Fucelli, que documenta el conflicto con su cámara mientras descubre los secretos de su pasado y como le afectarán en el presente. La historia comienza con Hirut, más de treinta años después, esperando a Ettore en la estación de tren de Addis Ababa. En sus manos, una caja con cartas y fotografías.
Las fotografías serán una parte importante de la historia, pero lo más relevante es la forma de narrar el conflicto, con todas sus cotradicciones, con todos sus demonios, desde ambos puntos de vista y con la crudeza que una guerra hace inevitable. Y es que, aunque la sutileza de la escritura lo maquille, hay pasajes muy duros. Pero lo principal de la historia es seguramente la reivindicación de la mujer en la guerra.
Hay algunos detalles estilísitcos que no me han hecho mucha gracia, como la forma de escribir las conversaciones en medio del párrafo, o lo enrevesado de algunas frases que obligan a leerlas un par de veces, haciendo un poco más pesada la lectura. Pero lo cierto es que al cabo de cien páginas el ojo se acostumbra y pasa más desapercibido.
Lo recomiendo, no ya por la memoria sino por el interés de profundizar en un conflicto que explica muchas cosas de la idiosincrasia etíope. La diferencia étnica, el orgullo patrio de no haber sido nunca colonizados, la historia, la tradición religiosa (hay una frase genial en la que le dice una etíope a un italiano que ellos ‘eran’ antes incluso que los romanos), y demás.
Pero no voy a negar que a mí lo que más me alegró fue volver a pasear por las montañas de Gondar, por mi Azazo, y por tanta gente y lugares que llevo en el corazón. Morriña africana.
El caso es que si es os da mal el inglés, mejor esperad. Si no, adelante. Merece la pena.