En 1988 daban el premio Nobel de literatura a Naguib Mahfuz, un escritor egipcio con una obra extensa y polifacética. Poco después de su muerte, durante alguna de las horas que pasábamos en el todoterreno durante las prospecciones que acabábamos de empezar en Etiopía, Víctor Fernández nos recomendó leer los libros de su etapa realista. Unos años después, mientras explorábamos El Cairo en unas merecidas vacaciones, nos lo recordó de nuevo. Ha pasado más de una década desde entonces y por fin le he metido mano a la trilogía de El Cairo. Tres libros que siguen la vida de una familia desde principios del siglo XX hasta los últimos coleteos de la Segunda Guerra Mundial. Tres generaciones y un cambio brutal que nos acercan al día a día de la clase media acomodada de la capital egipcia durante la ocupación británica.

A mí siempre me gustó mucho el realismo, con alguno de los libros de Baroja a la cabeza. Hace más de veinte años que leí el último y la memoria me dice que eran mejores, pero Mahfuz no me ha decepcionado. Lo que más me gusta es explorar los momentos de fondo, los lugares, los procesos que se describen, y es algo que he disfrutado como un niño mientras leía estos libros, recordando las calles del viejo Cairo e imaginando como pudieron haber sido entonces.

Como editor, una de las cosas que más me han llamado la atención ha sido las traducciones. Demasiadas manos y un descenso de la calidad libro tras libro. Yo no soy perfecto, ni creo que exista la perfección, pero parece que la obra pierde un poco de cohesión entre el primer volumen y los dos siguientes. A pesar de ello la historia es potente.

No voy a desvelar los detalles, pues os animo a leerla, pero es una historia de revolución. Una revolución casi silenciosa, lenta, que va avanzando generación tras generación. Y también es una historia de amor, o más bien de deseo… Y esto es tal vez lo que más me llamó la atención. Sabía que el seguimiento de la religión en determinados contextos era laxo. Lo sigue siendo. Pero leer las veladas, las amantes, el alcohol y la hipocresía que se encuentra detrás de algunos de los personajes masculinos me pareció sorprendente, sobre todo en un momento como el que se publica la obra.

Con ella voy a cerrar una pequeña fase sobre el mundo árabe y continuaré con algo de literatura africana para cerrar por el momento esa fase también. Igual no escribo mucho en las próximas semanas, pero seguiré con las recomendaciones en Twitter.