Estos días estoy haciendo un maratón de Disney+ y me puse a ver la serie Agentes de SHIELD. Nos os revelo nada si os digo que se vasa en las conspiraciones y los secretos en torno a crisis globales que tienen que ver con lo (digamos) paranormal. Y reflexionando sobre el tema, en el contexto en que vivimos de cuestionamiento irracional y polarización, me ha dado por pensar que todo esto tenga mucho que ver con la ficción contemporánea.
No sé qué efecto tuvo Dr. Strangelove en la Guerra Fría. Tampoco me he molestado en buscar si alguien lo ha estudiado. Pero lo cierto es que para los 90 ya es común encontrar argumentos conspirativos en muchas películas y series, acompañados de un auge incipiente de teorías conspirativas sobre eventos reales. Así que me puse a echar la vista atrás, y tanto en comedias como en dramas, especialmente los que tienen en el centro la política o la seguridad, es rara la trama que no cuenta con un topo, con secretos o, directamente, con grandes conspiraciones.
No recuerdo si lo escribí ya en el viejo blog o no, tal vez solo lo he comentado de pasada, pero hace años, a raíz de 24, me fijé en cómo las amenazas se relacionan con la tensión política de cada momento. El trasvase, por ejemplo, de Rusia al mundo islamista a raíz del 11-S y después algunos coletazos con China, es algo que podemos explorar si cotejamos la emisión de series y películas con el momento en que se gestan. Y no es algo raro, al fin y al cabo muchas de estas ficciones tratan de estar al día. Pero creo que además tratan de asentar una serie de valores sociales muy necesarios para sostener el presupuesto militar. Si vemos a lo que puede llegar una amenaza, por mucho que no sea real, entenderemos mejor que se pongan por delante ciertas cosas. Es una suerte de lavado de cerebro lite que sirve incluso para reclutar en tiempos difíciles.
Pero viendo Agentes de SHIELD y fijándome en algunos de los diálogos y de los noticiarios que aparecen de fondo, empiezo a pensar que muchas de las teorías conspirativas se refuerzan también con este tipo de ficciones. Es una suerte de post-verdad que podemos reproducir en el mundo real y los paralelos asustan. House of Cards y el populismo trumpista van casi de la mano. Y la naturalización que hacen la ficción y los medios de estas situaciones no ayuda.
Con esto no quiero decir que no debería haber ficciones de este tipo, a mí me encantan, pero me pregunto cómo de madura es nuestra sociedad cuando en uno de los momentos de mayor transparencia y mayores fuentes de comunicación, discursos conspirativos ganan al sentido común y a los datos científicos.
Ya se ha estudiado mucho el atractivo de las teorías conspirativas, y cómo eso las coloca en una posición privilegiada ante cualquier discurso oficial. Pero una de las consecuencias que más me preocupa es el miedo a defender posturas racionales ante determinados extremos y creo que es una consecuencia directa de este proceso.
Por ejemplo, prohibir o sancionar una manifestación negacionista en estos tiempos de pandemia refuerza el sentimiento conspirativo en estos grupos y una respuesta más radical y presente. Pero permitir este discurso es a la vez grave y da alas a que siga creciendo. Atendiendo a la ciencia está claro que la pandemia es real, pero la saturación de ficciones conspirativas nos hace pensar que no es descabellado que esté orquestada. Nos coloca en un «todo es posible» y un clima de desconfianza hacia lo oficial que a la vez fundamenta el auge de los populismos porque no nos podemos fiar del Estado y sus instituciones. Creo que lo que más miedo me da (visto por ejemplo el movimiento de Trump), es que lo que era ficción se termine convirtiendo en realidad.
Así que al final todo se reduce a lo mismo: Educación. Y tal vez dentro de la formación de un pensamiento crítico, deberíamos plantear también estos temas. Si no, no me cabe duda de que la razón habrá perdido de nuevo en la larga batalla que libramos por comprender nuestro entorno y habitarlo de una forma mejor.