Hoy me ha llegado un enlace a una nueva red social para debates que se vende como el lugar de los debates «serios» en internet. Desde luego, cualqueira que haya pasado por los muros de Facebook ha terminado con seguridad clamando al cielo por justicia divina contra determinados elementos que se conocen como «troll» y otros que simplemente son idiotas. No es ningún secreto que internet (con sus redes sociales) se ha convertido en un escaparate de despropósitos argumentativos donde la opinión de todo el mundo parece igual de válida por muy infundada y estúpida que sea. Personalmente soy muy radical con este tema y es una de las razones por las que abandoné Facebook como perfil individual y me convertí en una página.
No voy a hablar de esta nueva especie de red social como tal, sino que me gustaría analizar la primera búsqueda que he hecho esta tarde, casi por curiosidad… Como no, la palabra clave fue «archaeology».

Me parece interesante que la gran mayoría de los debates en los que aparece tienen que ver con la religión. También me parece interesante que los debates en esta red social son poco más o menos igual de serios que en Facebook… sin trolls pero con muchos idiotas. El caso es que si vemos un poco la estructura de las frases, casi todas responden a una muy sencilla:
«la arqueología demuestra que…»
Y es que la arqueología es una herramienta identitaria muy potente. Su uso político no es algo nuevo, de hecho se lleva poniendo en práctica desde los inicios de la disciplina. Después de todo, el poder de remontar algo a un tiempo remoto, parece que dota de credibilidad cualquier demanda —incluso la normativiza. Pero la arqueología, con cierta frecuencia, ha encontrado simplemente lo que busca, no la realidad. De hecho, el giro positivista que está dando en los últimos años nos lleva de nuevo a territorios peligrosos donde los datos hablan por si solos sin aparente posibilidad de crítica.
¿Qué significa todo esto? Que si yo quiero demostrar que el patriarcado es la mejor forma de organización social y la heterosexualidad es algo natural, sólo tengo que hacer referencia a todos esos vestigios que apuntan en esa línea desde el Paleolítico. «Hemos sido así siempre» es una de las argumentaciones de base en los procesos de resistencia al cambio. Del mismo modo se da el fenómeno contrario y, con mayor o menor fortuna, se pueden buscar los vestigios arqueológicos que demuestran que no hemos sido así nunca. Esto pone de manifiesto una realidad y es que las sociedades del pasado eran tan complejas como las sociedades actuales y la forma que tenemos de interpretarlas es demasiado simple como para poder asentar un criterio de autoridad claro en cualquier tema.
El principal problema es que este tipo de debates (en la red) suelen ser poco transigentes a la hora de contrargumentar o refutar, muy en línea con el pensamiento pseudicientífico, que suele estar presente en muchos más lugares de los que creemos. Es una cuestión, en definitiva, de actitud crítica ante los hechos que se nos presentan.
¿Y esto que tiene que ver con la arqueología pública? Todo.
Como es la primera entrada seria que hago en el blog, me voy a permitir el lujo de contar en dos líneas qué es la arqueología pública. Sencillamente, el estudio de las relaciones entre la arqueología y la sociedad. Una suerte de sociología de la arqueología que nos ayuda a entender el impacto que tenemos en la sociedad y que ésta tiene en nosotros. Lo engloba prácticamente todo, pero uno de los elementos principales es precisamente el que se refiere al «uso» de la arqueología en este tipo de contextos.
Los discursos no son para nada inocentes. Las arqueologías críticas han avanzado mucho en este aspecto, poniendo sobre la mesa un principio básico de honestidad por el que la agenda política detrás de cualquier discurso sea clara. Normalmente, cuando no lo es, se trata de un discurso reaccionario que justifica el estatus quo y disocia la crítica. Ser capaces de identificar las implicaciones de estos discursos forma parte del trabajo de la arqueología pública y nos ayuda a entender mejor la sociedad actual.
De esta manera, nos podemos adentrar en prácticamente cualquier temática actual (como verdaderos intelectuales), no con datos, sino con el cuestionamiento de los discursos hegemónicos o falaces en su contrahegemonía. Cuatro ejemplos:
1. Machismo homófobo: Se basa en los estereotipos más rancios del pasado remoto para hacer creer que el ser humano siempre ha sido heterosexual y violento hacia la mujer. No hay ninguna evidencia de que fuese así. Todo lo contrario, cada vez hay más ejemplos que se salen de la llamada norma. Refutar los discursos «machirulos» es sin embargo difícil porque se trata de un problema ya estructural que require de una intervención educativa a largo plazo. Mientras tanto, debates como los que promueve internet seguirán alentando este tipo de imbéciles.
2. Veganismo: Se puede considerar un hecho que el consumo de carne por parte de los seres humanos ha sido algo fundamental en el proceso evolutivo y que, por tanto, somos animales omnívoros. Se podría argumentar arqueológicamente. Pero resulta falaz utiliar frases como la de la imagen para tratar de imponer el consumo de carne, igual que resultaría falaz lo contrario. Ante todo, se trata de una opción ética y un discurso basado en la arqueología nos podría servir para argumentar en contra de los procesos de producción masiva y consumo, así como su impacto nocivo en el medio ambiente, contraponiéndolo a una producción (y otro consumo) más responsable en otros periodos.
3. Dios: La arqueología no puede probar que Dios —sea el que sea— existe. Obviamente, los grandes libros en las grandes religiones cuentan eventos históricos que en muchos casos están contrastados, pero eso no prueba de ninguna manera que lo que dice la Biblia (por ejemplo) sea «verdad». Arqueológicamente podríamos de hecho hablar de la religión como construcción social o de cómo sociedades animistas han respetado siempre más el entorno y a sus semejantes (o lo que consideraban semejantes) que otras religiones más «avanzadas». La creencia es simplemente eso y funciona como una herramienta de autoprotección para salvar las crisis de trascendencia que tenemos como animales plenamente conscientes de sus existencia y de la muerte. Pero la arqueología también nos enseña a respetar…
4. Patria: La religión ha llevado también a muchos conflictos políticos, normalmente marcados por el territorio y la noción de «patria», tal vez la más fuerte desde el punto de vista arqueológico. El hallazgo de los primeros vestigios de cualqueir sociedad antigua que podamos ligar con la actual justifica cualquier tipo de derecho sobre el territorio (ver Israel-Palestina, pero también los procesos nacionalistas europeos y de medio mundo). El juego identitario que promueve la política nacionalista a través de la arqueología ha sido muy peligroso, llegando a promover el exterminio étnico en casos como el nazismo. Necesitamos como agua de mayo una lectura crítica de todos estos hechos con una premisa en la cabeza… no somos herederos directos de nadie. Las sociedades y las identidades cambian constantemente.
Ahora pensad en lo apasionante que puede resultar meterse de lleno en estos temas, tratar de comprender qué mueve a un colectivo a utilizar la arqueología para fundamentar su discurso, cómo éste se corresponde mejor o peor con la evidencia, a qué intereses responde, en qué dinámicas sociales se desarrolla y cuál es nuestro papel en todo ello. Eso es arqueología pública… y si nos da por meternos, también. ¡Y me encanta!
Muy interesante, pero realmente lo que yo necesito ahora es un fontanero.
Y es que…por mucho que insistamos, la arqueología sigue siendo cosa de frikis. La incidencia real que tiene la arqueología en la sociedad del día a día, es prácticamente nula. Vamos, hablando en plata, que a la gente no le interesa un carajo las vicisitudes arqueológicas más allá de lo meramente curioso que es suponer que detrás de un muro hay un tesoro egipcio. Poca gente necesita un arqueólogo en su vida, pero sí un fontanero.
Discrepo… profundamente. Tal vez porque tenemos concepciones diferentes de lo que llega. Puedo estar de acuerdo en que la arqueología es cosa de frikis, si la entendemos desde un punto de vista más tradicional, pero si tiras del hilo forma parte de tu vida y la de todos tus vecinos aunque no te enteres. Igual que tu vida (especialmente) nos impacta a nosotros. Y precisamente eso es lo que persigue la arqueología pública, que ese impacto deje de ser velado y la arqueología te importe no por la curiosidad, sino por todo lo que puede hacer por ti.
(Y no me seas troll, ¿eh?)