Tras un mes de lectura voraz en el que he reseñado más por Twitter que por aquí, he llegado a un libro extraordinario, que en forma de ensayo nos acerca a la estrecha relación entre diseño y capacidad… y como me ha encantado, voy a reflexionar un poco en torno a él.
What can a body do? How we meet the built world es un libro delicioso. Y creo que he dicho esto en pocas ocasiones con un libro principalmente académico. Pero este ensayo es de lectura ligera. Tanto que me lo he leído en cuatro o cinco tardes. Su autora es artista y profesora de diseño para ingenieros. No me parece que sea una pluma estupenda, pero el libro tiene ritmo, historias interesantes y todo lo académico encasquetado al final para no estorbar la lectura. Un ensayo de los de antes, ameno y práctico, cercano para cualquiera que le apetezca profundizar en el tema… Pero, ¿cuál es el tema?
Resulta que hace unos años Sara tuvo un hijo con síndrome de Down. Un falso negativo en los tests que le cambió la vida para siempre. Una de las consecuencias que tuvo para ella fue fijarse un poco más en la forma en que nuestro cuerpo interactía con el mundo construído. La premisa era fácil: construímos el mundo para un estándar que realmente no existe.
De hecho, una de las historias que más me gustan al respecto es la de los primeros pilotos de pruebas de los Estados Unidos en los 40. Se había diseñado la cabina para el ‘recluta estándar’ pero algo fallaba. Accidentes a tutiplen e incomodidad. Cuando se pararon a estudiarlo, se dieron cuenta de que el recluta estándar no existía, y menos con los pilotos. Ni con solo tres de las diez medidas que les tomaban, un pequeño porcentaje decente de ellos se encontraría cómodo en el avión. Así que decidieron hacer las cabinas ajustables y todo cambió para bien. También por los militares han llegado muchos avances en las prótesis desde principios del siglo XX. Al fin y al cabo, la cantidad de mutilados que volvieron de las guerras fue tremenda. Pero este libro va de mucho más que eso… mindblowing.
Por lo general hay muchas cosas que nos pueden parecer hoy naturales: las propias prótesis, los rebajes de la acera para sillas de ruedas y gente con movilidad reducida o los pitidos del semáforo y las guías de la calle para personas ciegas, incluso las plazas de aparcamiento para personas con discapacidad. Largas luchas por unos derechos que costó recuperar, y que se habían perdido por no estar en la norma. Supongo que, como para muchos, los ojos se abrían cuando uno era el que no vivía en la norma. Todos somos o vivimos con la discapacidad en algún momento de nuestras vidas. Construir el entorno para todos es una de las premisas del libro, pero también cambiar la concepción de la discapacidad.
Y todo esto tiene que ver mucho con la percepción. La nuestra y la de los que no perciben igual que nosotros. Casos como el de Maya, de talla baja, para quien diseñaron un atril portatil a medida en el que poder presentar sin obstáculos —de algún modo, cambiando la escala del espacio—, o Stephen, en el espectro autista, que descomponía en el espacio a través de líneas que le ayudaban a ordenarlo y moverse en el mundo abierto, son parte de las mil y una experiencias e iniciativas que se narran.
No me voy a extender demasiado, simplemente os recomiendo leerlo, pero ya de paso me ha llevado en buena parte del libro a la arqueología. Al fin y al cabo, la materialidad y la inmaterialidad del espacio construído es nuestro trabajo. Cuando vi See, ya me fijé en estos aspectos, y leyendo el capítulo sobre los espacios sordos volví a ello. Pensamos en la norma, por lo general se diseña en la norma, pero la norma no tiene más de doscientos años y cuando nos acercamos a espacios y materialidades del pasado puede haber multitud de detalles que se nos escapan. Al igual que cada vez nos paramos más a pensar en los sentidos, tal vez tendríamos que pensar también en su falta, o en otro tipo de discapacidades para determinados registros que se salen de lo normal.
Y por último, un recuerdo para Theresa, que falleció hace un año y fue una de las personas que me abrió los ojos a estos temas. Siempre me había interesado la salud en el trabajo, pero hablar con ella de discapcidad, o de recapacidad —no sé bien como traducir el sentido de su enabled archaeology—, me deja la espina clavada de volver a trabajar estos temas pronto… por el momento, se está preparando un libro sobre arqueología y discapacidad que seguro que os gustará.
Mientras sale… os recomiendo este.