Tengo que reconocer que en muchas ocasiones me puede la nostalgia. Durante muchos años, cada mañana veía con mi abuelo Top Gear y después Alerta Cobra. Siempre me han gustado los coches. Mi madre me dejaba en la terraza con mi parking y mis coches de juguete y yo me dedicaba a subir y bajar rampas durante horas. Un día tiré un coche desde la terraza (y vivíamos en un 12º), por suerte sin víctimas. Cuando empecé a conducir, el juego se hizo realidad y las ganas de más aún no se han ido. Supongo que era cuestión de tiempo aprovechar mi suscripción a Amazon Prime para ver la nueva aventura de Clarkson, Hammond y May.
The Grand Tour es una serie sobre coches para gente a la que le gustan los coches. No cabe duda y en ese aspecto no defrauda. Digna heredera de Top Gear, se lleva la gracia original de sus creadores (incluído el productor Andy Wilman) a territorio norteamericano (aunque vuelve pronto a las islas). Lo curioso, es que la BBC se trajo a Matt Le Blanc (norteamericano) para sustituirles y continuó con el modelo original.
Sobre el (no)nuevo Top Gear, no voy a comentar mucho porque solo he visto un par de capítulos. Tal vez decir que prefiero a Le Blanc como presentador, aunque es cierto que pierde algo de la esencia original. Y es que Clarkson es un fanfarrón de derechas que deja su marca sin duda. Y sobre esto volveremos después de un breve análisis.
O ahora, porque la serie empieza con la lista de lugares de donde Hammond y May fueron despedidos, dejando bien claro que a Clarkson no le han despedido. Simplemente no le renovaron el contrato después de pegar e insultar a uno de los productores. El insulto, por supuesto, xenófobo, le costó cien mil libras al presentador. Una fanfarronada para empezar con una nueva serie que cambiaba ligeramente el formato, supongo que para alejarse de lo que todavía estaba pasando en la BBC. Sinceramente, la primera temporada me dejó un poco decepcionado. Ahora bien, los coches son los coches y los primeros capítulos con el Celebrity Brain Crash eran hasta graciosos (después ya no). Más allá de eso, un montón de chistes machistas, homófobos, xenófobos y demás con la excusa de explicar a la audiencia norteamericana lo que hacemos por este lado del charco. Sinceramente, creo que James May es la única razón por la que sigo viendo este programa. Bueno, y los coches… malditos coches.
En la segunda temporada, recuperan un formato similar al original y se nota. Las carreras con famosos en el nuevo circuito (porque la única famosa es Paris Hilton en el último episodio), las carreras locas entre ellos por todo el mundo, y demás. Pero siempre con controversia. Y es que por lo general, los comentarios de Clarkson suelen darme ganas de dejar de ver la serie. Parece un niño de doce años con el carné de UKIP. Pero mientras a la audiencia le siga pareciendo gracioso que le pongan un consolador de palanca de cambios a May, no hay más que hablar. La audiencia manda. Aquí y en el Brexit.
Por eso, me planteo un conflicto ético fuerte después de hablar con una amiga sobre esto. ¿Debería seguir viendo el programa? O tal vez si quiero el subidón de los coches me puedo conformar con el nuevo Top Gear de Le Blanc. El último capítulo de la segunda temporada me llevó al extremo. Colonialismo se escribe con ‘C’ de Clarkson. Pero estamos ante un elemento simplemente cómico. Mientras criticamos que multen o pidan cárcel por chistes sobre elementos de la derecha, no sé si realmente puedo oponerme a que Clarkson fanfarronée. Lo que me da verdaderamente pena es que la gran mayoría de su audiencia no ve estos programas con una perspectiva crítica y las gracias cobran un sentido especial. Seguiré dándole vueltas.
Volviendo a los coches, también hay que poner un problema sobre la mesa. Está claro que estamos ante un programa enfocado a la espectacularidad, pero la prevalencia de super deportivos es excesiva. Echo en falta más apartados con coches normales para cuestiones normales como las que plantean en ocasiones. Incluso el Up! que valoran es en su versión GTI. Pero lo que más me trae de cabeza es esa fijación por determinadas marcas, en especial Jaguar.
Y es que otro de los aspectos que se ha vuelto aún más evidente es el escaso respeto por la legalidad que exuda el programa. Hacen alarde la pérdida de puntos, carreras con tráfico real en la autopista, y cosas así. En una producción televisiva se entiende, pero cuando haces como que sobornas a la policía marroquí o haces comentarios despectivos de la gendarmería francesa, por poner solo dos ejemplos, tal vez se está cruzando un límite. En todo caso, no es nada nuevo y resulta ser lo que busca su público.
En estas dos primeras temporadas, hay muchos puntos muy interesantes. Mejora sin duda la realización y tienen detalles muy buenos, como cuando desmontan con tomas reales algunos de los videos. Y por suerte, siempre nos quedará James May… podría elegir un vestuario menos hortera, pero es sin duda el más cabal e interesante de los tres. La tercera temporada está al caer y parece que hay acuerdo para continuar.
Ver o no ver… Entre Clarkson y Le Blanc me quedo con el segundo, pero si tengo la duda es que hay algo bueno también en el trío original. Por el momento, intentaré conseguir acceso al visor de la BBC y veremos con ambos. Al fin y al cabo siempre se puede protestar.